El 14 de abril nos encontramos en Don Bosco para compartir una jornada muy especial entre educadores de diferentes espacios: Centros Socioeducativos Comunitarios, CFP, catequesis, Mamas Margaritas y Hogares de Cristo. Fue un momento para mirarnos a los ojos, escucharnos y pensar juntos sobre los desafíos que enfrentamos cada día en los lugares donde acompañamos a nuestros pibes y pibas.

Sabemos que trabajar en contextos de vulnerabilidad no es sencillo. Detrás de cada pibe hay historias marcadas por dificultades económicas, problemas familiares, falta de oportunidades y, muchas veces, una distancia grande con la escuela. Nos une la convicción de que la educación puede abrir caminos, pero también reconocemos que necesitamos ir más allá y tender la mano para acompañar las realidades complejas que viven nuestros chicos.

Lo que más valoramos de este encuentro fue la fuerza de los vínculos. Descubrimos que, cuando nos acercamos desde el corazón y nos animamos a conocer a cada chico y chica, se generan lazos de confianza que hacen posible el aprendizaje y el crecimiento. El deseo genuino de estar presentes, de escuchar y de acompañar, transforma nuestro trabajo y nos impulsa a seguir adelante, incluso en los días difíciles.

Creemos en una educación que no solo enseña contenidos, sino que también ayuda a crecer como personas, a manejar las emociones, a convivir y a soñar con un futuro mejor. Por eso, desde cada uno de nuestros espacios, nos comprometimos a dar un paso más: a sumar acciones concretas que fortalezcan la comunidad y sigan garantizando los derechos de cada uno de nuestros pibes.

Seguimos apostando al trabajo en comunión, al encuentro y a la esperanza.