Tomados por p. Fernando Montes, con ocasión de su pascua.
Al celebrar el 8º aniversario de esta fecha, los publicamos aquí.
«Creo que Carlitos vivía y obraba enraizado en Cristo y su evangelio. Por eso era inconformista y manso y humilde a la vez, como Cristo. Y por eso mismos sufría y sangraba, pero no escupía ni arañaba ni daba coces…mantenía su mansedumbre.
Con sus hermanos no se media. Ofrecía lo que tenía o podía. Al mismo tiempo era valiente, no tenía miedo de hablar y decir lo que pensaba, ante todo si se trataba de los pobres. Que Carlitos nos siga acompañando»
(p. Benjamin Stochetti-Chosmalal)
«Carlitos nos sigue sorprendiendo. En ocasión de preparar la misa en nuestra parroquia nos encontramos en casa con amigos y cada uno trajo los recuerdos que tenía. Entre. ellos Pina y Antonio, un matrimonio que vivió y acompañó a los padres de Carlitos trajeron esa carta que nos dejó en el año 1996. Pero nuestra inmadurez y «las agachadas» como decía Carlitos no nos permitieron valorarla. Hoy es para nosotros un tesoro, «un testamento»; una tarea que nos faltara vida para vivir. Sabemos que el espíritu de Carlitos nos urge y que tendremos el valor de caminar los senderos que nos dejó.

Carlitos llegó alrededor de las 8 de la mañana y lo recibimos en Caucete por iniciativa del p. Víctor Hugo.
Luego pasamos por el convento. Las Hnas. Carmelitas, grandes amigas de Carlitos, prepararon una muy emotiva celebración. Me quedó una frase «así como Teresita del Carmelo decía que su cielo lo iba vivir haciendo el bien en la tierra, seguramente Carlitos, con lo inquieto que es, iba a hará mucho bien aquí entre nosotros, especialmente entre sus preferidos los pobres…
La misa fue concelebrada por siete sacerdotes y presidida por el Vicario diocesano. El obispo Jorge estuvo al mediodía e hizo un emotivo responso y se quedó a escuchar los testimonios. Al atardecer lo trasladamos al cementerio.
Sus restos descansan muy cerquita de Rosa que era su chofer y secretaria cuando él venía a San Juan.
Hoy parte cual cometa que deja un destello de luces encendidas por el amor y la ternura que seguramente seguirá cuidando para que no se apaguen con las incoherencias y «agachadas«. (desde San Juan)
CARTA DEL OBISPO DE LAFERRERE
Queridos hermanos:
Me toca como obispo de Laferrere despedir a un verdadero padre y hermano de muchos de nuestra comunidad diocesana: el p. Carlos Barbero…. Carlitos…….
Sigue brillando su luz de hombre bueno… de mirada transparente… que hace silencio porque escucha… que reconoce a sus ovejas y ellas lo reconocen a él. Con su andar sereno en bicicleta por las calles de Isidro Casanova y de Laferrere., que aún con el paso de los años no dejó de realizar…
Hombre presente junto a la gente. Hombre de Dios. Hombre del pueblo. Hijo de la Iglesia y del tiempo.
Marcado por la rica historia que lo forjó como hombre y como sacerdote… por las manos de Mons. Angelelli (quien lo ordenó). Hijo de un tiempo histórico que lo marco a fuego, en una Iglesia latinoamericana que grita al mundo en favor de los pobres. Y ese grito y esa opción la hizo vida. La concreto en opciones a lo largo de toda su existencia… Y ese eco de los pobres en el corazón de Dios, esa clara opción por los más pobres, nunca dejo de tener lugar en su propio corazón
Fue hijo de la iglesia que pudo ver con alegría y esperanza los aires nuevos, impulsados por un nuevo Papa venido del fin del mundo.
Hombre transparente que huele y transparenta Evangelio vivo que todos podíamos ver fácilmente en él como anuncio que transmitió con tan solo vivir. Con tan solo ser porque su ser estaba preñado de coherencia. No dudo que a muchos nos enseñó con su ejemplo a ser buenas personas, buenos cristianos, buenos salesianos… todo eso fue logrando. En cada uno el necesario ejemplo.
En sus últimos días, preocupado como siempre por no molestar: Preocupado como siempre de no solo seguir cultivándose y reflexionando, sino compartiendo generosamente sus reflexiones con nosotros. Vivió discreta y pobremente. Murió como vivió.
Como el grano de trigo… ahora florece en nueva vida de resurrección. Los ángeles y los santos lo reciben junto al Padre para continuar su obra desde otro lugar… Amar a Dios eternamente. Amar a la humanidad desde Dios.
Fue hijo de la iglesia que pudo ver con alegría y esperanza los aires nuevos, impulsados por un nuevo Papa venido del fin del mundo.
Hombre transparente que huele y transparenta Evangelio vivo que todos podíamos ver fácilmente en él como anuncio que transmitió con tan solo vivir. Con tan solo ser porque su ser estaba preñado de coherencia. No dudo que a muchos nos enseñó con su ejemplo a ser buenas personas, buenos cristianos, buenos salesianos… todo eso fue logrando. En cada uno el necesario ejemplo.
En sus últimos días, preocupado como siempre por no molestar: Preocupado como siempre de no solo seguir cultivándose y reflexionando, sino compartiendo generosamente sus reflexiones con nosotros. Vivió discreta y pobremente. Murió como vivió.
Como el grano de trigo… ahora florece en nueva vida de resurrección. Los ángeles y los santos lo reciben junto al Padre para continuar su obra desde otro lugar… Amar a Dios eternamente. Amar a la humanidad desde Dios.
Gracias, Carlos, por enseñarnos vivir el Evangelio. Dios te cobije hoy en sus brazos.
Que las semillas del Reino que con tanto amor has sembrado, florezcan en signos de esperanza, en gestos de buena nueva. En sonrisas de los pobres compartidas. Bendice desde el cielo a las comunidades por donde transitaste. Ayúdanos a ser fieles en el seguimiento de Cristo y de la alegría del anuncio del Evangelio. Gracias, Señor, por habernos regalado tan buen pastor para caminar junto a nosotros. Danos tu bendición con buenos pastores que sigan tan gozoso ejemplo.
M. Gabriel Barba, obispo
El Ángel de la bicicleta
Cuántas millas recorridas,
cuántas historias bienvenidas,
cuántas visitas sin horarios,
cuánto viento, cuánto frío.
Nada te detenía…
Nuestro Carlitos querido.
Tu palabra suave y tierna,
nos templaba el corazón,
tanto como encontrar
la "Hojita del Domingo"
en el buzón….
Tu "bolsa-biblioteca"
llena de caricias para el alma
nos traía con seguridad
la ansiada calma.
Siempre listo,
nuestro Padre querido,
nada te detenía,
el Reino de Dios te esperaba,
y con un corazón inmenso,
la buena nueva llevabas.
Hoy tu bicicleta amarilla
recorrerá los caminos del cielo,
con más calma todavía,
con más tiempo aquietado.
¡Gracias Padre-amigo! hoy,
nuestros corazones vibran contigo.
No te has ido, no te irás,
en cada corazón de San José,
tu ejemplo quedará.
El Señor nos permita,
practicar tus enseñanzas,
y cambiar lágrimas
por compartidas esperanzas.
¡Hasta pronto Ángel de la bicicleta!
Tu semilla está sembrada,
y la germinación asegurada.
Con mucho cariño, Olga.